No sé si lo sabéis pero yo soy un enamorado absoluto de La Mar. Es una atracción física y química desde pequeño, a pesar de que me crié en uno de los barrios de la periferia de Málaga que estaba bastante alejado del mar para ser una ciudad costera. A pesar de ello, siempre cogía el autobús y me iba a ver el mar. Con 12 años me escapé para intentar surcar unas olas con un trozo de foam en las playas de la Malagueta. El resto, ya todo es historia de un cincuentón que empieza a tener cierta añoranzas de sus vivencias.
Pero si que he aprendido mucho de La MAR después de recorrer playas de medio mundo y surcar innumerables olas. Ahora sé que La Mar es una fuente de aprendizaje y humildad. No sé si lo sabéis pero tenemos la misma salinidad en nuestro cuerpo que los mares primitivos, en torno al 0,9% y nuestra concentración iónica es muy parecida. Es posible que todo esto sea el motivo por el que nuestro cuerpo se para, se relaja y todo se mejora cuando estamos frente al medio que permitió que se creara vida.
Por todo ello, aquí os dejo reflexiones relacionadas con lo que he aprendido y sigo aprendiendo en torno a La Mar. Algunas citas serán mías, aunque la mayoría serán de personas mucho más inteligentes e ilustradas que yo. En fin, espero que lo disfrutéis.
El mar
Antes que el sueño (o el terror) tejiera mitologías y cosmogonías, antes que el tiempo se acuñara en días, el mar, el siempre mar, ya estaba y era.
¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento y antiguo ser que roe los pilares de la tierra y es uno y muchos mares y abismo y resplandor y azar y viento?
Quien lo mira lo ve por vez primera, siempre. Con el asombro que las cosas elementales dejan, las hermosas tardes, la luna, el fuego de una hoguera. ¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día ulterior que sucede a la agonía.
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