No es una opinión personal sino la publicación en el diario Expansión este pasado 9 de enero citando textualmente “la oferta de formación universitaria no cubre las necesidades de lo que demanda el mercado laboral”. Y es que la distancia que separa a la formación reglada en España a nivel general y, especialmente a la universitaria, con la que realmente demandan las empresas sigue incrementándose actualmente a pasos agigantados. Si no se actúa urgentemente se seguirán alejando los planes de estudio de las necesidades reales de las empresas ya que, en palabras de Franklin Covey, gurú de competencias emocionales y su aprendizaje, “estamos actualmente inmersos en la era de la explosión del aprendizaje motivada principalmente por las miles de innovaciones tecnológicas” las cuales, gran parte de ellas están al alcance de la mayoría de la población en los países desarrollados del mundo.
Adaptar los contenidos a los nuevos conocimientos
Desde mi punto de vista, o nuestro Sistema Universitario y de Formación Profesional “despiertan” y se adaptan a todos los cambios que están provocando las innumerables tecnologías disruptivas en el mercado laboral, o nos convertiremos en pasado, en centros de formación obsoletos , en viveros de parados perfectamente preparados en competencias obsoletas y desalineadas con las verdaderas necesidades actuales que el mercado laboral demanda. Cierto es que en el mundo de nuestros padres y abuelos todo cambiaba lentamente a lo largo de sus vidas de estudiantes. Como a muchos de vosotros tampoco fue el caso de mi familia, pues el hambre les marcó el indicador del abandono escolar además el acceso a la información era lento y complicado, con lo cual, era razonable pensar que lo que aprendían en la escuela les podía servir por mucho tiempo en el futuro.
¿Cómo es el futuro al que nos enfrentamos?
Ahora el futuro se describe con el acrónimo VUCA (volatility, uncertainty, complexity, ambiguity). El futuro es volátil porque todo cambia a pasos agigantados. Los conocimientos que aprendemos hoy estarán obsoletos, en su mayoría, en 5 años. Incierto, porque el exceso y la facilidad de acceso a la información determina un incremento de la incertidumbre para seleccionar la información relevante. Complejo, porque vivimos en un mundo totalmente interconectado y globalizado, en definitiva, en un sistema dinámico en el que un avance tecnológico, como la aparición de preparadores físicos virtuales, puede provocar la salida del mercado laboral de un gran número de personas y afectar al mismo tiempo a las finanzas de un país. Y ambiguo, motivado principalmente por la unión de complejidad e incertidumbre que nos complica mucho la tarea para determinar patrones de comportamientos relativamente estables. Este futuro ya lo vaticinó en el año 2001 Ray Kurzweil, actual director de investigación de Google, que enunció la ley de la aceleración tecnológica y los logros tecnológicos que pensábamos conseguir en 30 años lo hemos conseguido en 5, y este crecimiento tecnológico sigue siendo exponencial e imparable. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en el año 2001, ha determinado que el aprendizaje nunca ha sido tan importante en la historia de la humanidad como hasta ahora en un mundo que está cambiando muy aceleradamente. Tal es la revolución tecnológica a la que está sometida la educación, que el grupo Pearson ha vendido en Agosto de 2015 el 50% de su grupo, The Economist, por 665 millones de euros para invertirlos íntegramente en educación, sector de la que ya es líder mundial. Argumentan que es tan significativo el cambio que se está produciendo en la educación y sus métodos de aprendizaje que existe una magnífico hueco para hacer crecer su negocio. En este punto de reflexión me parece razonable utilizar la afirmación de Stuart Shanker, prestigioso psicólogo especialista en aprendizaje infantil, “estamos en medio de una revolución de la teoría y práctica educativas motivada básicamente por una revolución tecnológica”.
¿Qué pienso que debemos hacer para tener más posibilidades en el mercado laboral?
Con todo y sin ánimo de “dar un pase adelante”, pues creo que desde mi posición lo mejor que puedo hacer es llamar la atención sobre este tema, es la Administración la que tiene la obligación de enfrentar este nuevo escenario de volatilidad e incertidumbre que la revolución tecnológica está provocando en la relación entre formación-inserción laboral, con entusiasmo y sin miedo, modificando los planes de estudio existentes e introduciendo otros nuevos, involucrando todas las tecnologías disruptivas posibles dentro de los métodos de enseñanza-aprendizaje y modificando, por tanto, de forma significativa tanto el método como el contenido que actualmente se utilizan y enseñan en el aula. De lo contrario perderá la batalla y las escuelas de negocio y privadas ,tal y como está empezando a ocurrir, serán las únicas opciones para poder formarte realmente en lo que demanda el mercado laboral. La igualdad de oportunidades se romperá y dinero volverá a ser sinónimo de buena formación, situación para los que me conocen bien, que me entristecería intensamente, a pesar de que nosotros también somos uno de esos privados, pero de los que quieren crecer junto a una magnífica formación pública. ¡Embarquen! en esta nueva era del aprendizaje que no sólo nos obligará a cambiar los contenidos de nuestras asignaturas y nuestro métodos de aprendizaje sino que nos obligará a estar continuamente aprendiendo para no quedar fuera de esta revolución, no le teman, es futuro.