Y es que tenemos la obligación de romper con la educación industrializada de España. Actualmente la educación secundaria la abandonan un tercio de sus alumnos anualmente para no volver más (tasa media de abandono escolar 2015) y más del 60% de los alumnos que se quedan en las aulas están descontentos y/o aburridos, con lo que es más que razonable concluir que estamos ante un sistema educativo de secundaria fallido. No tiene ningún sentido que con estos números registrados la mayoría de sus responsables, directivos y políticos, se mantengan pasivos observando la expulsión masiva y la desmotivación a las que anualmente enfrentamos a nuestros hijos en las escuelas de secundaria. Lo normal, entiendo al menos yo, sería que muchos de los responsables fueran despedidos y que el sistema de educación secundaria se replantease desde cero, desde su base.Una pregunta que se nos viene a todos a la cabeza es “¿por qué está pasando todo esto?” Según Sir. Ken Robinson, uno de los principales pensadores educativos a nivel mundial y promotor del concepto “Escuelas Creativas”, uno de los principales problemas es que la mayoría de sistemas educativos actuales siguen siendo los mismos que se aplicaron en la revolución industrial del siglo XIX. Estos se crearon principalmente para dar respuesta a las necesidades de profesionales que demandaban las grandes industrias dentro de sus cadenas de producción siendo, por tanto, trabajos fundamentalmente automatizados, manuales y repetitivos, en definitiva trabajos cerrados e instrumentalizados. Utilizando un símil industrial, sabemos que los procesos de fabricación industriales tienen como principal objetivo producir muchos productos que sean idénticos, de tal forma que los productos que no se ajustan al modelo previsto los apartan y los gestionan como “no conformidades dentro del proceso de producción “. Y es precisamente esto, tal y como he comentado en el párrafo anterior, lo que está ocurriendo en nuestras escuelas con la aplicación de sistemas educativos de masas cuyo principal objetivo se basa en que todos los alumnos cumplan unos requisitos predeterminados. Y ya saben, el que no se ajusta al modelo previsto y predeterminado, se trata como una “no conformidad”, como fiel símil del proceso industrial buscándoles, en el mejor de los casos, sistemas diferentes de reciclaje como los PCPIS y la formación profesional básica o expulsándolos directamente del sistema como está actualmente ocurriendo en nuestra educación secundaria. Actualmente, el mundo es muy distinto, es un sistema educativo abierto en el que existe exceso de información, en el que todo cambia muy rápidamente, en el que una persona puede estar realizando su trabajo desde un bar, una playa o en un autobús. Ahora las habilidades que se demandan de los profesionales son muy distintas, se requieren personas adaptativas, cambiantes, sociales y creativas. Tal y como refirió, hace ya más de 7 años un estudio de IBM, las capacidades que más valoran los directivos actualmente de sus empleados son la capacidad para adaptarse a los cambios y la creatividad para generar nuevas ideas. Por tanto parece razonable pensar que necesitamos salir de la educación industrializada y excesivamente normalizada orientada exclusivamente a incrementar los niveles académicos de nuestros alumnos.
Para colmo y mayor regocijo de los gobiernos en sus políticas educativas industrializadas (sistema educativo) aparecen en el año 2000 los famosos exámenes PISA del inglés (Program for International Student Assessment), exámenes normalizados que realizan los alumnos de 15 años de todo el mundo en matemáticas, lectura y ciencia. Hoy día los ministros de Educación comparan el rendimiento de sus alumnos en estos exámenes con el del resto de países a modo de termómetro sobre la idoneidad de sus políticas educativas. Esta locura febril de competencia en exámenes normalizados no está haciendo más que profundizar todavía más en el proceso de normalización de la educación en las áreas que ellos consideran claves a nivel académico dejando fuera del currículum un gran número de competencias y habilidades claves para el éxito del futuro desempeño profesional de nuestros alumnos. Y es que, sin minusvalorar ni un gramo la importancia del conocimiento académico en las áreas a las que se refiere PISA, tenemos que entender que, como mínimo, es igual de importante cultivar y trabajar en nuestras escuelas competencias personales tan importantes como el autoconocimiento o el autoconcepto y las sociales, como son el trabajo en equipo, la empatía, el liderazgo etc. Un medio básico para el desarrollo de dichas competencias emocionales y permítanme decir espirituales, en su dimensión más laica y moral del término, son áreas de conocimiento tales como las artes escénicas, las artes gráficas, la música, la danza o la educación física. En definitiva todas aquellas áreas que no son consideras “por el todo poderoso PISA” objeto de normalización y por tanto de implementación en nuestras escuelas. Hasta que no comprendamos que un desarrollo de competencias académicas o intelectuales sólo puede ser exitoso si está acompañado de un desarrollo de las competencias emocionales de nuestros alumnos seguiremos viviendo esta locura de sistema educativo expulsivo y clasista. El mundo cambia a pasos agigantados, nuestros hijos de hoy piensan, se interesan y se emocionan por cuestiones muy distintas a la que nosotros lo hacíamos 30 años atrás, pero siguen en las mismas estructuras educativas en las que nosotros crecimos, todo cambia… menos nuestras escuelas.
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