LA CASTA POLÍTICA I

Mi reflexión dista contundentemente de la intención de ser un arma arrojadiza más sobre el concepto puro y limpio de la “política” tan noblemente expresado por Platón en su concepto de “Ciudad-Estado” formada por seres sociales embadurnados de moral y ética.  No obstante, la motivación principal que me conduce a la misma es una escalofriante y preocupante percepción personal sobre el vigoroso incremento de los “políticos de profesión”, jóvenes y mayores sin experiencia ni formación que ven la Política como la “Cueva de Alí Babá” en la que ganarse la vida y buscar su jubilación.

Nuestra sociedad se equivoca cuando culpabiliza de todos nuestros males a nuestros políticos, seres despreciables sin moral que utilizan su posición en beneficio propio y el de su camarilla y no en beneficio de nuestra sociedad en general. Este desprecio global, falto de concreción y personalización, nos está conduciendo de forma natural y automática, hacia una inconsciente  animadversión y actitud negativa en torno al concepto “Política”. Los ciudadanos, la sociedad cívica, tenemos la responsabilidad de frenar y modificar la orientación de esta peligrosa asociación de conceptos. Tenemos el deber de convertirnos en los guardianes y protectores de la “Política” como única herramienta que nos permitirá, a través del discernimiento y la reflexión crítica, sacar a nuestro país de la crisis de confianza, en definitiva, crisis social y económica que se ha instaurado con vocación perenne en nuestro país.

La casta política se autobeneficia

Una vez ampliada la responsabilidad de la Política a todos y cada uno de los miembros que convivimos en una sociedad civil y, desde el firme convencimiento de la importancia de “La Política”, parece razonable pensar en la imperiosa necesidad de implantar en nuestro país algunos mecanismos que facilitarán el paso de la perspectiva de “políticos de profesión” actualmente tan arraigada e instaurada en nuestro país a la de “Políticos de vocación”.

En la siguiente entrada de esta serie, “La Casta Política”, introduciré una serie de requisitos mínimos que considero debería reunir cualquier persona que quisiera dedicarse unos años a la gestión de lo público con la intención de iniciar un debate constructivo que pudiera ir eliminando de nuestro escenario político a los “políticos de profesión” permitiéndonos volver a situar en el lugar que se merece y que nunca debimos destronar a la “Política”.

Por último indicaros que esta entrada viene acompañada de una viñeta elaborada por mi compañera Soraya Galacho en la que escenifica, al menos a mi juicio, con gran poder de explicación y cierta dosis de ironía las fábricas de adoctrinamiento en la que se han convertido la mayor parte de los partidos políticos de nuestro país.

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