Hablando ayer con mi amigo Guillermo, reconocido médico especialista en medicina del deporte, me comentaba que estaba “reventao” de tanto trabajar. Me quedé pensando por qué trabajamos tantas horas y para qué. En ese instante recordé el concepto de “bienes posicionales” del economista británico Fred Hirsch, en el que buena parte de los productos que consumimos no están destinados a cubrir nuestras necesidades básicas, sino a mantener o alcanzar una posición concreta respecto a los que consideramos nuestros iguales.
Por tanto, gran parte de nuestro consumo está condicionado por una competición de estatus social respecto a nuestros iguales. Así, un consumo “normal” está, en gran medida, determinado por la referencia a lo que consumen normalmente tus iguales. Por lo que, si en tu entorno lo normal es tener una casa de dos dormitorios con vistas o cercana al mar, ésta será tu referencia mínima de consumo, con lo que no podrás adquirir un inmueble de peores características. Es más, lo normal será que tu continua lucha con tu ego te provoque que quieras superar ese estándar “normal” de consumo, lo que te empujará a intentar comprar una casa con tres dormitorios, una gran terraza, etc.
El economista Robert Frank realizó un sencillo experimento para demostrar este comportamiento y la existencia de los bienes posicionales. Preguntó a un gran número de personas que dónde preferirían vivir, si en una casa de 400 metros cuadrados mientras los demás viven en casas de 600 metros cuadrados, o vivir en una casa de 300 metros cuadrados cuando los demás lo hacen en casas de 200 metros cuadrados. ¿Cuál pensáis que fue la respuesta?, efectivamente, la mayoría prefieren la casa menor siempre que sea más grande que la de sus iguales.
Esta lucha de ego y estatus provoca que nuestro consumo sea mayor del que, acorde a nuestros ingresos, nos podamos normalmente permitir, lo cual genera un excesivo endeudamiento en la mayoría de las familias de nuestra país. Por tanto y como resultado, tenemos un consumo ostentoso dirigido a posicionarnos socialmente respecto a nuestros iguales y completamente alejado de nuestras necesidades reales e incluso, muchas veces, de lo que realmente nos gusta.
Pensemos realmente que nos hace falta e intentemos producir para alcanzarlo y el resto del tiempo, dedíquenlo a lo que más les guste, recuerden, el único recurso que no somos capaces de producir, una vez consumido, es el TIEMPO, cuídenlo.
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